En el ministerio tenemos momentos felices y momentos tristes. No quiero mencionar hoy los momentos alegres, sino un momento triste. El momento triste viene a nosotros a causa de situaciones pecaminosas.
Nosotros tenemos mucha tristeza y dolor cuando nos enteramos que un pastor tiene que dejar el ministerio por el pecado propio o por el pecado de alguien cercano a él. Nuestra tristeza se acrecienta cuando la persona que sale del ministerio tiene con nosotros vínculos amicales y ministeriales cercanos.
En este momento me estoy alistando para viajar a ver a un consiervo que está viviendo el dolor de dejar el ministerio pastoral por el pecado de su esposa. La situación de este consiervo es bastante difícil. Yo me siento en la obligación cristiana de ir a verle para condolerme, consolarle y animarle. El plan de mi viaje incluye también a la iglesia y a los líderes que están al frente de la congregación. Como saben, las iglesias son afectadas grandemente cuando cae el pastor. De este suceso he tenido conocimiento hace ya unas tres semanas atrás, pero no me ha sido posible viajar hasta el lugar en que vive este mi hermano en Cristo, sino hasta hoy.
Como he dicho, quiero ir para ser una bendición a este nuestro hermano y su familia. Pero yo soy consciente de que mi intención y mi deseo no son suficientes, necesito la ayuda de Dios. Por eso es que les escribo. Quiero que intercedan por mí ante Dios. Requiero su ayuda para ser un consejero espiritual que anima y consuela a este consiervo y su familia.
No quiero que me ocurra a mí lo que ocurrió con los amigos de Job. Como saben, ellos fueron a “condolerse” con Job, pero lo que hicieron es lastimarlo y juzgarlo. Dios mismo dijo que ellos no “hablaron” de él lo que era recto. Por lo tanto, estos amigos de Job no le animaron, le desanimaron.
No quiero que me ocurra eso. Quiero llegar y animar a mi consiervo. Por favor, oren por mí. Rueguen que sea de bendición y edificación a nuestro hermano y su familia. Mi viaje será largo, estaré fuera de mi hogar por 5 días. Tendré tiempo para orar y meditar.
Les aseguro que pensaré mucho en lo terrible que es el pecado. Es terrible para el que peca, para los que le rodean, para la iglesia, para los no creyentes y, sobre todo, para nuestro Dios.
Tomemos el caso de este nuestro consiervo como una advertencia a nosotros, para que sigamos de pie hasta que Dios nos lleve a su presencia. Pablo dijo: “El que piense estar firme, mire que no caiga”. ¡Qué Dios nos ayude y nos guarde!
Con aprecio,
Segundo Rodríguez
Evangelista
evangelistasegundo@ministeriocombi.com
Ministerio de Avivamiento Habacuc
http://mahabacuc.blogspot.com/
Cooperación Misionera Bautista Internacional
http://www.ministeriocombi.com/
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario